martes, 27 de junio de 2017

Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (The Adventures of Priscilla, Queen of the Desert) (1994): Vivan la libertad y los zapatos de tacón

Aprovechando las celebraciones a nivel mundial del Orgullo 2017, es un buen momento para rescatar esta joya (yo misma la vi por fin hace un par de semanas) que a día de hoy sigue siendo moderna. Han pasado 23 años desde el estreno de esta película de culto y aún sigue viva en forma de musicales y en el recuerdo cinéfilo y de la comunidad LGTBI, porque lo que se cuenta en Las aventuras de Priscilla, reina del desierto sigue siendo actual.

La primera muestra de lo importantísima que es y de lo necesaria que es la educación sobre estos temas es que me he encontrado a muchísima gente diciendo que la historia de Priscilla es la de tres drag queens. No. Tenemos a dos drag queens: Anthony/Mitzi (Hugo Weaving) y Adam/Felicia (Guy Pearce) y a Bernadette (Terence Stamp), una mujer transexual. A día de hoy, hay gente que ni siquiera es capaz de entender la diferencia entre una queen y una mujer transexual. Es gravísimo. Pero no importa, porque vamos de modernos, pero seguimos tratando al LGTBI como ese grupo aislado, que no tiene nada que ver con nosotros, y para qué nos vamos a informar, a solidarizar, a integrar. Son los mismos que no saben nada y que no tienen interés en saber, los que luego aseguran que no sufren de ninguna fobia, pero a los que les molesta cualquier manifestación y apoyo al LGTBI.


Volviendo a Priscilla, nos cuenta la historia, como ya he dicho, de dos drag queens y una mujer transexual. Anthony es contratado para actuar en Alice Springs, una ciudad para la que es necesario atravesar el desierto australiano para llegar hasta ella. Necesita compañeras de actuación, y no duda en contar con Adam, la queen más joven y engreída; y con Bernadette, de carácter más serio y depresivo, que en su día hizo performances, y ahora acaba de sufrir la pérdida de su pareja. El viaje corre por su cuenta, y ahí es cuando la aventura comienza: cuando pasa a ser una road movie, y como buena road movie, el destino no es lo más importante, si no todo lo que sucede entre medias, esas experiencias que cambiarán a los protagonistas y que a ti te harán sufrir y reír con ellos.

Solo que en esta ocasión el medio de transporte es algo más especial: Felicia consigue un autobús, al que llama Priscilla, el cual será un icono y sufrirá tantas transformaciones como sus propias protagonistas. Priscilla las llevará por las profundidades del desierto de Australia, y nos contará una historia de amistad. Esa amistad que compartes con alguien cuando os une algo muy especial, esa amistad en la que a veces matarías a tu amigo, en la que no lo soportas, en la que os llegáis a decir alguna cosa hiriente, pero si alguien intenta hacerle daño a ese amigo, matarías y te daría igual ponerte en peligro. Esa amistad que te une cuando tú llevas una sonrisa al mundo, pero el mundo te da la espalda y sientes que solo esos amigos comprender tu dolor, tu soledad, el rechazo que sientes.


Porque ellas se ponen sus taconazos, sus vestidos, sus maquillajes, intentan divertirse, que los demás se diviertan con ellas, simplemente son quienes quieren ser, sin hacer daño a nadie. Y solo por eso, reciben una pintada en Priscilla: "AIDS FUCKERS GO HOME". Esa es la respuesta del mundo cuando tienen la valentía de ser quienes quieren ser. Eso no las frena, eso no detiene la diversión de la película, pero Mitzi nos recuerda que no es fácil:

"It's funny, you know. No matter how tough I think I'm getting, it still hurts"
Duele, duele no ser aceptado. y que los demás se vean con derecho a decirte cualquier barbaridad y tratarte como escoria. Duele, pero hay que ser fuerte, hay que ser valiente y recordar que no estás solo. Y recorriendo pueblos de una Australia profunda, se van a encontrar con mucho rechazo, pero eso no va a impedir que ellas salgan de fiesta vestidas de drags o que escondan quienes son. Priscilla es un canto a la libertad, a la diversidad y al respeto. Qué fácil y qué bonito sería el mundo si en lugar de dejarnos llevar por el odio hacia lo diferente, nos dejáramos llevar por el amor y agradeciéramos que no todo en el mundo es gris y aburrido en lugar de querer destruir cada muestra de color que surge.


Todo prejuicios, y no nacemos con ellos. No nacemos pensando que el arcoiris no es un color válido y que la única respuesta correcta es el gris. Nos enseñan que es así. Y cuando nuestras protagonistas se encuentran con gente libre de prejuicios, vemos aceptación, vemos felicidad, diversión, vemos que se dejan llevar y, evidentemente, no ven nada malo en algo que nunca ha sido malo por mucho que otros digan lo contrario. Y ese es un momento maravilloso, esa escena en la que se encuentran con aborígenes australianos y deciden entretenerles con su show, y esa gente no solo disfruta, si no que se unen. ¿No es precioso cuando nos aceptamos y nos respetamos? Y piensas: cómo es posible que no sea siempre así.

Así que, durante el viaje, se encontrarán con gente que las odie, con gente que las admire, con gente que no le dé importancia, con gente que solo odie. Habrá tensión hasta entre ellas, conocerán secretos la una de la otra, se comprenderán mejor. Y todo esto, con un guión rápido y lleno de frases ingeniosas, con música, ensayo de coreografías en pleno desierto, looks que no podrás olvidar, I will survive sonando, ABBA, tacones y un mensaje claro: hay que pasarlo bien, hay que disfrutar de la vida y seguir hacia delante hasta cuando no paren de ponerte piedras para que te tropieces, y sobre todo, no hay que renunciar a uno mismo. Por supuesto, también se enseña que ser drag queen lleva trabajo: las vemos cosiendo, practicando, ensayando, creando... Ser drag queen es ser artista, es pura creatividad, y ya va siendo hora que se las reconozca como tal.


Priscilla nos regala también imágenes mágicas y poderosas, que se quedarán grabadas en tu retina, como Felicia subida en un zapato de tacón gigante encima del autobús, en medio del desierto, ataviada con su indumentaria de drag. La libertad, la defensa de ser uno mismo, desde unos zapatos de tacón en este caso, condensada en una simple imagen. Y nos regala tres amigas, porque en ello se convertirán este trío: en tus amigas, te reirás con ellas, sufrirás, te alegrarás cuando les vaya bien, la impotencia y la rabia te comerán por dentro cuando alguien las ataque. Solo queda darles las gracias, las gracias por los buenos ratos, por enseñarnos a mantener la cabeza bien erguida, con ORGULLO, por ser como son. Mientras otros se dedican a odiar a los que no son como ellos, el resto celebremos la diversidad, la libertad y llenemos la vida de música, fiesta, diversión y color.

Ladies, start your engines! Dejaos llevar por este viaje. Feliz Orgullo, happy World Pride, y que Priscilla siga recorriendo el mundo expandiendo su mensaje.


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